Discurso de agradecimiento del Dr. Ricardo Cardona, distinción “medalla Francisco José de Caldas a la excelencia Universitaria” 2018, Categoría plata
Un
cordial saludo.
Para mí
fue un honor que el Concejo de la Facultad de Medicina me postulara a la
distinción “medalla Francisco José de Caldas a la excelencia Universitaria”
2018, Categoría plata. Solicitud que me dejó varias sensaciones encontradas. Si
bien, tenía confianza en mi trayectoria académica y a lo largo de los años he
dejado el alma en la Universidad de Antioquia como un buen hijo de esta madre
que nutre a nativos y foráneos, tenía claro que ya era dueño de un enorme
placer académico: ¡ser tenido en cuenta para este reconocimiento!
¿Quién
era el sabio Caldas y por qué se cruzaban nuestros caminos, si somos dos seres
tan distantes en el tiempo y tan distintos como personas? Investigando su muy productiva
vida, interrumpida por un certero fogonazo, pensaba que mis mulas cargadas de
conocimiento no se perdieron en un abismo de las vastas montañas andinas
colombianas, y que, si bien eran muchas las diferencias entre ambos, teníamos
“una mujer inspiradora” a quien escribir poemas. Algo único me favorecía: la
destreza adquirida para enfrentar con éxito la enfermedad de mis pacientes, que
había logrado hacía varias décadas en nuestra facultad la cual fue fundada en
1871.
Luego
llegó la misiva que acarició mi corazón con un extraño aire fresco, nunca me
desvelo, puesto que los grandes retos han sido parte del panorama de mi vida.
Recordé una vez más, que mi nombre se compone por pequeñas partes: mi gran
núcleo familiar y el inmenso coraje de mi madre, mis escasos amigos, mis incontables pacientes, mi Alma Máter
renovada en sus 215 años, nuestros estudiantes que se debaten entre necesidades
y sueños, aquellos docentes que me enseñaron la dedicación por el oficio, y el
respeto por el otro, y mis actuales compañeros de aula en el programa de alergología
clínica con quienes comparto tan deliciosos momentos de aprendizaje y de vida.
Una universidad con la cual estoy eternamente agradecido, y que ahora me otorga
la medalla de un sabio que recibo con amor y humildad. En esta institución,
orgullo de todos nosotros los Antioqueños, he laborado con alegría sincera y
gran pasión, no solo en la búsqueda del desarrollo personal, sino también para
potenciar al máximo la inteligencia de mis alumnos, compartiendo con ellos
conocimiento, seguridad de lo aprendido y confianza en el futuro. Abrir caminos
con ciertas ideas parecía ser una quijotada, ya me lo había advertido mi
compañera de camino, pero no perder el horizonte en la búsqueda de un objetivo,
siempre será un buen consejo.
Hoy,
ustedes me permiten contemplar mi estela personal en el mar del tiempo, huella
que seguro será pasajera; la cual vamos todos dejando desde esta barca inmensa llamada
Universidad de Antioquia. Lugar fecundo donde cualquier ser humano puede lograr
lo imposible, y donde se puede, con disciplina y esfuerzo, llegar
profesionalmente tan lejos como uno lo desee, sin importar las dificultades
económicas, religión, raza o cultura. En este pequeño cielo, simplemente
cuentan las ganas de construir poco a poco lo necesario para ser feliz, y para
obtener en buena lid este tipo de reconocimientos que muchos compañeros
merecerían por su vasta trayectoria universitaria. Este gran logro académico,
lo comparto con todos ustedes, y especialmente con mi señora esposa Nora Elena,
una exquisita mezcla de amor y bondad; y con mi hija Susana, derroche de
contagiosa alegría, quienes con su entrega ilimitada, me permiten alcanzar este
lujo escaso pero delicioso que me brinda en vida, la vida.
Finalmente,
hoy comprendo a la perfección la frase de Platón que me permito citar: “La
excelencia no es un regalo, sino una habilidad que requiere práctica. No
actuamos con razón porque seamos excelentes, de hecho, alcanzamos la excelencia
actuando con razón”
¡Muchas
gracias!
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